XXVIII

La inteligencia, el cálculo de las conductas, las previsión en el tiempo y la extracción de conclusiones a través de la observación no son en exclusiva una prerrogativa humana. El abejero, una rapaz diurna de bellos colores, alimenta a sus pollos con nidos de avispas. El método que sigue es digno del investigador más experimentado; con infinita paciencia y astucia memorables, se dedica a observar con suma atención el regreso al nido de los insectos alados. Cuando localiza la entrada, deduce su posición y desentierra el nido de avispas con sus garras. Es remarcable que está preparada para este tipo de presa y captura; las plumas en torno a los ojos y pico son tipo escama y sirven de protección contra los aguijonazos. En comparación, valdría la pena recordar que muchos individuos de la especie Homo no son capaces de encontrar comida si no están rodeados de una alta densidad de supermercados.

XXVII

Es una ley no escrita de la experimentación con seres vivos que todo lo que se aplica a los animales acabará aplicándose al hombre; el anexo a esta ley es que la inversa también se verifica. A modo de ejemplo, las terapias de conducta, basadas en las técnicas de refuerzo positivo, son indiscernibles de los métodos de adiestramiento y doma. En otra área de investigación, el control de plagas, es fácil comprobar cómo la utilización del zyklon B como un potente insecticida y raticida dio paso con rapidez a su utilización en las cámaras de gas, bajo la hipótesis probable de su connotación simbólica, facilidad de manipulación, bajo coste y producto higiénico. El producto siguió su andadura de las ratas a los prisioneros de los campos y acabó en otra cámara de gas, las que daban su punto final a los presos del corredor de la muerte, en aquellos estados donde era el método elegido para la pena capital. Entre los efectos, aparte de una primera sofocación, se encuentra la pérdida del control de los esfínteres por anoxia. La pirámide que formaban los cuerpos en la cámara de gas iba de los más débiles a los más fuertes, según el orden que generaba la lucha por conseguir respirar; en ocasiones, la debilidad era una ventaja, porque se producían bolsas de aire en las zonas más bajas. Es famoso el caso de una niña que apreció viva bajo una montaña de cuerpos y el dilema moral que suscitó en los guardianes. El péndulo de la historia vuelve a oscilar de los hombres a los animales. Los visones con criados en cautividad hasta que la piel adquiere un grosor comercializable. Dentro de la cámara hermética, cuando son gaseados con dióxido de carbono o monóxido de carbono, corren frenéticamente de un lado a otro y se esfuerzan por mantener los rostros por encima del nivel del gas, incluso intentan aguantar la respiración, habilidad que proviene de sus aptitudes natatorias, hasta el límite de sus fuerzas. En cambio, el único esfuerzo que ha de hacer el operario que abre la espita, o el dueño de las instalaciones, es subir las escaleras, respirando con cierta dificultad, porque el ascensor no funciona.

XXVI

Los gatos tienen la rara habilidad de moverse cuando nadie los mira, como si cambiaran de lugar cuando no se sienten observados, justo en un abrir y cerrar de ojos; este don del cambio, y la gracia de la invisibilidad, hace de ellos verdaderos fantasmas que están y no están, que aparecen súbito, como si hubieran engañado a la velocidad de la luz, y desaparecen igual de rápido por el lugar menos esperado. En su interior, profesan una devoción absoluta por las vías de acceso recónditas, los agujeros, las rendijas, el placer único de entrar y salir por donde nadie más puede hacerlo, ni humanos ni posibles depredadores. El lugar elegido, marcado en el territorio, será más o menos difícil, en ocasiones casi inaccesible, pero siempre seguro y oculto. La exclusividad es su signo de distinción; el secreto y el sigilo son virtudes felinas.

XXV

Los insectos exhiben una falta de respeto notable y un envidiable sentido del humor cuando al apoderarse de objetos que cumplen una supuesta función superior, ya sean plasmados en palabras o imágenes, desde recorrer las páginas de un libro abierto o una pantalla hasta posarse en un cuadro o en el objetivo de la cámara, convierten en intrascendentes y mundanas las cosas trascendentales, cargadas de significado para el orden humano. La ligereza que insuflan en el mundo, propia de seres livianos, recupera la horizontalidad de la vida y valora las cosas en su justa medida, según la falta de jerarquía universal. En todo insecto, y son innumerables, se esconde un ácrata en potencia.