XXXIII

De los animales deberíamos aprender algunas cosas, al menos dos, valorarlas en su justa medida e interpretarlas como un regalo, una gracia que no siempre es posible. La primera es saber dormir, descansar con total placidez, abandonarse al sueño, con la tranquilidad de no tener nada que temer y como si fuera la última vez que dormimos; aunque esta posibilidad en raras ocasiones se cumple excepto en las crías o los animales en un entorno doméstico. La segunda es saber comer, experimentar la comida como una verdadera RELACIÓN con el mundo, siempre difícil de encontrar, casi un milagro, un deleite, un acto festivo y alegre por sí mismo. La oración a la hora de la comida, el dar gracias por poder comer una vez más, no es ni mucho menos una creación humana. Otra cuestión es el caso de los depredadores; la presa no debe ni puede compartir esta alegría.