0

El ANIMAL no existe, sólo existen los animales, un mar de vida heterogéneo, en continua ebullición y transformación, miríadas de ojos, de receptores sensibles que nos rodean por todas partes y esperan su momento. El técnico de una u otra parcela del saber, bajo la admonición de un logos especializado, no se encuentra en mejor situación que Dios respecto a sus criaturas: aunque las observe, manipule o incluso llegue a crearlas, jamás será (la) criatura ni verá el mundo con sus ojos, porque no quiere ni puede reconocer que otras formas de vida, puntos de vista singulares e infinitos, miran y no sólo son miradas. Tiene que conformarse con observaciones "objetivas", fundadas en razones oscuras, de cambios en las neuronas que obligan a practicar una operación quirúrgica para introducir una ventana transparente, a través del cráneo del animal, anestesiado cada vez que se graba una imagen mediante videomicroscopía. La miseria de los dioses, incapaces de ser otra cosa que sí mismos, es proporcional al grado de crueldad aplicado.