I

Un gato muerto al lado de una valla, sin signos aparentes de violencia, tumbado sobre la tierra húmeda, con las patas delanteras extendidas hacia delante, como si se hubiera deslizado con lentitud, se hubiera dejado ir, hasta la extinción de sus funciones vitales, en una extraña armonía de lo anímico y lo físico. Vida singular e irrepetible, perdida para siempre, sima de profundidad desconocida, que nadie puede cruzar, ni ninguna idea consoladora reparar. Todos los secretos están al otro lado, en otra parte, descentramiento de la búsqueda y el buscador.